Mario Ponce tiene 63 años y es tripulante de cabina de Aerolíneas Argentinas. Cursó la enfermedad durante los primeros días de abril y hace ya más de tres semanas que fue dado de alta. Ahora, quiere concientizar sobre la importancia de la donación.

Mario Ponce tiene 63 años y es Tripulante de Cabina de Pasajeros en Aerolíneas Argentinas. Vive con su esposa Elizabeth, de 62, y sus hijos, todos miembros de la familia aeronáutica. Estuvo internado por coronavirus, superó a la enfermedad y se transformó en el primer donante voluntario de plasma sanguíneo para la investigación de un posible tratamiento contra el COVID-19.

Hoy, fue parte de la emisión del Reporte Diario del Ministerio de Salud de la Nación en relación a la pandemia por el nuevo coronavirus y, desde ese lugar, les habló a “aquellos pacientes recuperados, que hoy son 1.601, que estén en condiciones de donar que lo hagan, porque el Ministerio de Salud, con su investigación y desarrollo, está tratando de generar un tratamiento para poder superar del mejor modo posible la pandemia”.

Mario tuvo los primeros síntomas de la enfermedad el 25 de marzo, luego de haber participado de dos vuelos de repatriación de la aerolínea de bandera, uno a Miami, en los Estados Unidos, y el otro a Madrid, en España. “Mis síntomas fueron la pérdida del olfalto y el gusto. Estuve internado del 3 al 11 de abril en Ramos Mejía, en el Hospital San Juan de Dios, donde me atendieron maravillosamente, después de unos días de haber dado el segundo negativo, fui dado de alta y, luego de ello, fui informado que podía hacer donación de plasma”, contó. “Fui a la Fundación Hemológica Sarmiento, donde también me atendieron muy bien y estuve entre 30 y 40 minutos”, relató.

Al respecto, sostuvo que le “gusta pensar que haya podido ser útil, por una cuestión de retribución y contribución”. “Yo nací en el país, fui educado por instituciones públicas y privadas y, más allá del costo que hayan tenido, lo aportado fue mucho menor a lo recibido”, comento y destacó que “este es el momento de contribuir, de ser una parte de ese engranaje”. “Mi hijo mayor, al nacer, tuvo un problema grave de salud, hubo que transfundirlo y afortunadamente pudo superarlo a través de una donación, por esa rueda”, señaló.

“Donando sangre, una persona lleva para siempre el alivio de, quizá, haber sanado a una persona que estuvo en una condición de gravedad”, aseguró y añadió que “no es molesto, es recomendable y vale la pena”. “La persona a la que se le aplica la donación, o sobre quién recaiga el beneficio de la investigación y el desarrollo de un tratamiento, seguramente es la persona más querida por alguien, no importa por quién”, concluyó.

 

Fuente: El1Digital