APACID es un taller de producción para personas con discapacidad, que funciona como un paso previo para que los jóvenes salgan y se inserten en el mundo laboral.

En el área de trabajo aprenden carpintería, arman sobres para ópticas y frascos aromáticos, y también ensamblan cortinas plásticas, velas litúrgicas y caños para desagüe. Además, APACID también cuenta con un hogar para los jóvenes que no tienen familias u alguien que se pueda hacer cargo de ellos.

En una entrevista exclusiva con el programa No Te Duermas de Radio Hexa, el tesorero del lugar, Heliberto Corio, se explayó respecto a que es APACID.

Inclusión como bandera

En palabras de su tesorero, APACID es “un taller protegido de producción, esto significa que es un espacio donde se le da trabajo a personas con discapacidades de distintos tipos con la finalidad de que esas personas puedan insertarse en la sociedad con las personas, entre comillas, normales”.

“Es la esencia de lo que es inclusión, ahí uno los capacita, les enseña a trabajar, a respetar al jefe o ser ellos jefes, orden, mérito, todo eso se les enseña a los chicos para que puedan ser insertados dentro de un trabajo convencional”, prosiguió explicando Corio.

Origen de los talleres protegidos

“La idea nació en España hace muchos años, y fue el modelo de talleres protegidos que luego se tomó acá”, comentó el tesorero respecto a la creación de la idea y añadió: “Yo estoy seguro de que APACID es el primer taller protegido de Argentina”.

El entrevistado contó que cuando se fundó el espacio, en un primer lugar era para los mismos familiares del grupo de creadores y después se fueron incorporando más miembros. “Hoy son cerca de 50 chicos los que trabajan en el taller”, detalló Heriberto.

APACID está conformado por jóvenes con discapacidades intelectuales leves u moderadas por motivos de infraestructura, ya que se necesitan otras instalaciones para albergar otro tipo de discapacidades, como, por ejemplo, severas u motrices.

Participación de las familias

Al ser consultado respecto al acompañamiento que brindan las familias, el tesorero explicó que “quedaron muchos operarios que son adultos, cuyas familias fueron falleciendo, y ahora entró toda una camada nueva, de chicos de 18 a 25 años, entonces ahí si se nota mucho la diferencia entre las familias originarias y las nuevas”.

Corio también describió que el principal miedo de las familias de los chicos es el futuro de los mismos cuando ellos no estén. “Generalmente las familias colaboran, vienen si se hacen eventos, participan, la gran mayoría están presentes”, afirmó el tesorero.

Hogar APACID

El hogar se abrió en conjunto con los familiares periféricos de los chicos, miembros del taller protegido, que quedaron huérfanos, con la finalidad de construir un espacio donde los mismos sean cuidados y respetados.

“La mayoría de los chicos que están en el hogar son precisamente jóvenes que han perdido el soporte de padres, tíos, hermanos, que han quedado huérfanos, y nosotros nos vimos en la obligación de abrir un hogar para ellos”, detalló el tesorero.

“No trabajamos con obras sociales, solamente tenemos una beca que nos da el Ministerio de Desarrollo de la Provincia de Buenos Aires, que nos costó muchísimo conseguir, con eso nos vamos moviendo”, continuó Corio.

De todos modos, el entrevistado aseveró que desde APACID se encuentran en continuo trabajo con todos los organismos nacionales para poder obtener todas las habilitaciones correspondientes, que les permitirán trabajar con las obras sociales.

Economía de APACID

Hoy, la residencia de APACID se solventa en gran parte con las pensiones que cobran los chicos que viven en él, que son utilizadas por el hogar con la finalidad de poder mantenerse a flote. En el caso de los talleres, la institución cobra una cuota a colaboración y recibe una beca.

“Hace tres o cuatro años decidimos pedirles a los chicos una cuota a colaboración para el mantenimiento de lo que es la infraestructura, la luz, el gas, los materiales, platos, vasos, insumos, reponer lo que se rompe, etcétera”, amplió el tesorero.

Además, él destacó que los jóvenes al ingresar al taller, si tienen todos los papeles en regla, comienzan a cobrar un peculio por parte del Ministerio de Desarrollo de la Provincia. “Creo que la cifra que cobran mensualmente por estar incluidos dentro de un taller protegido está entre 19 y 20 mil pesos”, reveló Corio.

En este sentido, aclaró que “los talleres protegidos reciben becas y peculios, las becas son para el taller y el peculio para el operario, que lo recibe mientras forme parte del taller”.

Inserción laboral

El ideal del taller es que los chicos, luego del paso por sus diversos espacios y capacitaciones, puedan insertarse en el mundo laboral convencional, sin embargo, esta parte del recorrido es la más difícil de todas, ya que no se generan trabajos suficientes para las personas con discapacidad.

Al ser consultado si en el área laboral se cumplía el cupo obligatorio destinado a personas discapacitadas, el tesorero contestó que “no se efectúa, en algunos organismos oficiales por ahí sí, pero en las empresas no, sino tendríamos nosotros una bolsa de trabajo y constantemente contacto con empresas”.

“Los chicos son capaces, de hecho, tenemos un caso que es emblemático de un chico que trabajaba en carpintería y se lo llevó a trabajar con él un carpintero, pero en líneas generales no hay demanda, no sabemos bien porqué”, enfatizó el entrevistado.

En la edición de mañana del Diario NCO, se publicará la segunda parte de la entrevista con el tesorero de la institución, Heriberto Corio, con la finalidad de explayar sobre como se componen los talleres.